El
tema de los prolongados tiempos de espera que los asegurados de la Caja del
Seguro Social debemos soportar, para una cita con especialista, continúa siendo
una situación compleja sin visos de solución.
Ni
en anteriores administraciones ni en la presente, hemos visto la disposición de
buscarle una solución permanente a este crónico y penoso dilema de salud
pública.
Tampoco,
de parte de los cotizantes al sistema, se aprecia un interés por generar
presión para una atención médica oportuna.
Pareciera
que el conformismo hacia un modelo de atención deficiente, en franco deterioro,
y poco resolutivo, se ha vuelto parte del paisaje cotidiano para los
costarricenses, y ya no nos preocupa que nos programen citas a uno, dos o tres
años. Hemos asimilado con estoicismo, tolerancia, y paciencia ilimitada, la
falla inevitable de un sistema de salud en franco deterioro.
El
Movimiento Libertario planteó, en campaña, alternativas diversas para paliar la
situación. No puedo referirme en este corto lapso a detallarlas, pero sí quiero
comentar e insistir esta tarde en una de ellas.
EL
aspecto medular en el déficit de especialistas en áreas críticas como
dermatología, ortopedia, neurocirugía, cirugía vascular, oftalmología, entre
otras, se sustenta en el modelo de estudios de post grado existente, que
mediante un convenio entre la Caja y la Universidad de Costa Rica, solo permite
a ese centro educativo la formación y
supervisión de los nuevos especialistas en las instalaciones hospitalarias de
la seguridad social.
La idea que apoyamos es que también las
universidades privadas acreditadas por el Sistema Nacional de Acreditación de
Educación Superior, (Sinaes), puedan participar, en conjunto con la UCR.
Varias
universidades no estatales, que imparten la carrera de medicina con
acreditación de calidad, han intentado en vano, desde el año 2007, iniciar
programas de formación de especialistas con campos clínicos en los hospitales
de la Caja.
La mayoría de los que se están formando en este
momento en la Caja, son graduados de las universidades privadas. De los especialistas
graduados en 2013, 81 habían obtenido su título de médico en universidades
privadas y 64 de la UCR.
Según datos institucionales se estima que 1.011
especialistas se van a jubilar en los próximos cinco años. En este sentido, un
incremento en el déficit de profesionales generaría un aumento de las listas de
espera.
Sabemos que desde hace tres años existe una
acción de inconstitucionalidad presentada por un supuesto trato diferenciado,
no obstante, hasta la fecha no se ha dado una resolución.
En caso de que la Sala Constitucional diera la
razón a los recurrentes, cualquiera de las universidades del país que ofrecen medicina,
y por ende, el país, se beneficiarían del visto bueno de los magistrados.
Esta diputada considera que no es necesario
esperar un fallo del alto tribunal, para implementar una medida que solo
beneficios traería a nuestro sistema de salud, pues es evidente la necesidad de
nuevos especialistas en áreas críticas para mejorar la oportunidad de la
atención.
Desde esta curul, hago un llamado a la Junta
Directiva de la Caja, para que vuelva a someter a discusión el tema, y se
autorice con prontitud la apertura en nuevas especialidades médicas que son
deficitarias en la actualidad, para ser llenadas por medio de las universidades
no estatales acreditadas.
Si existe un deseo real de actuar en la reducción
de las listas de espera por parte de la Institución, el tema que he tratado de
poner a discusión de nuevo, es una medida sencilla y de implementación
inmediata.
Las altas autoridades de la Caja tienen la
palabra.
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