El 22.7% de nuestra población, esto
es, más de un millón doscientos mil ticos viven en precarias condiciones, y no
les alcanza el dinero para suplir sus necesidades básicas en vivienda, salud,
acceso a la educación, electricidad y otros servicios, y tampoco les alcanza el
dinero para adquirir una canasta de alimentos elemental para su subsistencia y
nutrición.
El año 2014 será recordado por ser el
año en que, el índice de pobreza, después de 6 años de no descender ni subir,
se ha disparado en casi 2 puntos porcentuales.
Amarga noticia para todos, pero más
amarga todavía para aquellos políticos que creen en el asistencialismo social
permanente del estado, como la mejor opción para el desarrollo.
Más de 650 mil millones de colones al
año, invertidos en en diversos,
frustrantes y dispersos programas
de acción social, no han deparado los resultados esperados en el combate contra
este flagelo social.
Esto significa en parte, que la
población objetivo a quien se dirige la ayuda no es la correcta, y a que los
recursos asignados se consumen en programas vagos, sin evaluaciones ni
controles adecuados.
Y es que, quienes han dirigido y
dirigen las políticas para reducirla, no han querido comprender que la mejor
política social es la creación de un clima de inversiones apropiado.
La única opción para ir reduciendo
estos índices, es una política agresiva de generación de empleo, sustentada por
un lado, en una educación orientada a la
capacitación en nuevas tecnologías, al
aprendizaje de nuevos idiomas, y al estímulo al intelecto creativo de nuestros
alumnos, y por otro, a la reducción de tramitomanía, de regulaciones legales y
ambientales de ideologías tasnochadas, que han fortalecido a grupos de poder
que, al amparo de los monopolios y granjerías estatales, han dañado el clima
para la creación de nuevos empleos, y
han golpeado la atracción de nuevas inversiones para la generación de los
mismos.
No logro entender como un gobierno socialista en el vecino país
del norte,
se dispone a iniciar un megaproyecto, para construir un ambicioso canal
interoceánico, y en nuestro país, un grupo de seudo-ambientalistas, trata de
frenar un proyecto de mil millones de dólares para la zona atlántica, mediante
recursos dilatorios ante una SETENA, igualmente complaciente e ineficiente para
resolver con prontitud estas acciones.
No es con ayudas y migajas estatales
como el pueblo de Costa Rica puede salir adelante. Estas pueden paliar las
necesidades temporales, pero año con año, veremos con tristeza como más
compatriotas aumentan el contingente de pobres, si no damos un viraje en el
modelo vigente.
También hemos perdido 5 puestos en el
ranking del BANCO MUNDIAL EN EL ÍNDICE DE FACILIDAD PARA REALIZAR NEGOCIOS,
BAJANDO DEL LUGAR 78 al 83, DE 180
países analizados. A nivel latinoamericano el país es noveno en esta medición,
y nos superan países como Colombia, México y Chile, entre otros.
No hay política que produzca más
desempleo y recesión que el aumento y la creación de nuevos tributos, sin
embargo, la receta que nos anuncia el actual gobierno, son nuevos impuestos
a discutirse en este parlamento a partir
del mes de diciembre próximo.
Preparémonos entonces queridos
costarricenses, para un año 2015 con poca generación de nuevas fuentes de
trabajo, y con el aumento de los índices de pobreza, si el gobierno mantiene su
obcecada actitud en materia de política económica y fiscal.
Aquí en el legislativo daremos las
luchas que se deban dar, pero el pueblo también debe hacer sentir su voz en
todos los foros, para que, con razones y argumentos válidos, logremos convencer
al poder ejecutivo, de un cambio de rumbo necesario para crear el clima de
inversión que el país requiere con urgencia.
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