miércoles, 29 de octubre de 2014

''Se puede desarrollar obras de infraestructura sin endeudamiento externo''

Es un hecho comprobado que nuestro país tiene los recursos económicos propios para desarrollar obras de infraestructura sin endeudamiento externo.

De sobra se ha debatido, por ejemplo, sobre el uso que pueden darse a los excedentes enormes del Instituto Nacional de Seguros, de los Bancos del Estado y de los fondos abundantes de las diferentes operadoras de pensiones complementarias, generadas a partir de la ley de Protección al Trabajador.
Estas últimas, según el corte a setiembre pasado, administraban en conjunto, ¢3,6 billones de los trabajadores, que equivalen al 13,3% de la producción del país. Y hablo, entre otras, de Vida Plena, BN Vital, Popular Pensiones, la Caja del Seguro, y BAC San José que son las mayores inversoras.
De dicho monto, solo ¢28.450 millones; es decir, 0,78% del total, está invertido en fideicomisos del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), utilizados para construir plantas de generación de energía.
Nos alegra de la noticia de que el CONASSIF - Consejo Nacional de Supervisión del Sistema Financiero- órgano de apoyo a las superintendencias en la regulación y supervisión de entidades que operan en el sistema financiero del país, derogó el pasado 22 de setiembre, el tope máximo que tenían las OPC (operadoras), para invertir en emisiones de valores destinadas a obras. El cambio está pendiente de publicarse en La Gaceta.
Esta medida permitirá subir de un 0.78% actual  a un 10%, la autorización para invertir en fideicomisos de titulación de obra pública. Dispondremos entonces de $850 millones de dólares para financiar todo tipo de carreteras, puertos o aeropuertos que sean rentables para todos nosotros, que somos  los  propietarios de esos fondos.
Actualmente la mayoría de esas inversiones están en títulos del Ministerio de Hacienda, es decir, son utilizadas por el estado para sostener el abultado déficit fiscal en pago de salarios, pensiones, transferencias y otros disparadores del gasto de sobra conocidos.
El riesgo de invertir solo en títulos de Hacienda es evidente, pues aunque se estila declarar que el estado nunca quiebra, la experiencia nos dice que, en países como el caso de Grecia y otros, esta premisa en la práctica no ha sido tan veraz como la presentan. 
Los ahorros de todos los costarricenses podrán ahora ser utilizados en el desarrollo mismo del país. Proyectos de este tipo han sido exitosos en otros países, como el caso de Chile, donde se han construido enormes autopistas y represas con los fondos de pensiones, que generan grandes ganancias a través de los peajes y generación eléctrica, las cuales pasan a engrosar las cuentas individuales de retiro de cada uno de los ahorrantes, trayendo consigo más y mejores montos de pensiones para la vejez.
Estamos sentados sobre una botija de oro, y nos sentimos un país pobre. Así son las ironías de la vida en Costa Rica. Las amarras legales y los condicionamientos para invertir nuestros propios dineros, parecieran querer soltarse en nuestro país.
Falta ahora, soltar también el nudo de la cogeneración eléctrica, para permitir que este tipo de fideicomisos de titulación en inversión, lleguen a generar producción de energías limpias como proyectos geotérmicos, eólicos, y también  a partir de biomasa.
Queda confirmado que dinero sobra, lo que ha faltado es voluntad para permitir la inversión en todos estos tipos de obra mediante fideicomisos de titulación.
La noticia reconforta; y si aparece mayor necesidad de dinero, el CONASSIF ha reiterado que puede autorizar un mayor porcentaje de inversión en esos fondos.
A pesar de que sindicatos antipatriotas pretenden detener el avance del país, emergen aires de positivismo para darnos un aliento de esperanza en el horizonte del desarrollo nacional.

''Sr. Presidente, no debe usted enfadarse porque aquí hagamos lo que debemos hacer, esa es nuestra función.''


Sabemos que el déficit fiscal no es el único problema, pero sí el más importante en este momento. Por ello no es de recibo la declaración emitida el domingo 19  en cadena de televisión por parte del Presidente Solís.

Gobernar con dinero prestado, es decir, con mayor endeudamiento, no es gobernar bien, aunque esa haya sido la tónica imperante en algunas de las anteriores administraciones.

Si los ciudadanos votaron en febrero y en abril con la esperanza puesta en un cambio de paradigma, la mejor evidencia de otra concepción del manejo de la hacienda pública no es la que estamos observando.

Postular en campaña un “NO MÁS DE LO MISMO, PARA LUEGO LLEGAR Y HACER MÁS DE LO MISMO”, genera frustraciones peligrosas para el futuro democrático de la nación.

Decir que el presupuesto planteado será una reversión de las políticas públicas precedentes en materia de gasto, solo porque se gastará más en acción social, es un sofisma de corte populista, como electorera es también la posición de acuerpar protestas callejeras para amedrentar al congreso de la república.

Desde el momento mismo que nuestra legislación, dio la potestad de aprobar o desaprobar los presupuestos públicos a esta Asamblea Legislativa, es porque en el seno de la misma están representados todos los credos, todas la posiciones políticas y todos los estratos de la actividad económica del país. Y para ello, designó a la Comisión Permanente de Asuntos Hacendarios y al mismo Plenario Legislativo.

Es en estos recintos donde se decide que se gasta y como se gasta el dinero público. El poder Ejecutivo puede proponer el plan de gastos, pero ante un gobierno gastón, que no da muestras de saber administrar con prudencia los escasos fondos estatales, el contrapeso de un legislativo austero, racional y responsable, es la opción que tiene el pueblo costarricense para evitar catástrofes financieras del estado.

Ocho de nueve fracciones aquí representadas, estamos advirtiendo al gobierno que no lleva una hoja de ruta adecuada en las diversas temáticas.

Vemos con normalidad el disgusto presidencial ante los recortes planteados al presupuesto enviado, lo que no vemos con normalidad es endosarle al parlamento eventuales faltantes en seguridad, salud y educación, porque es precisamente en esas áreas donde menos hemos actuado.

Cuando el dinero no alcanza, los gastos se priorizan y orientan según los objetivos más apremiantes. Se congela lo superfluo, lo excesivo, lo exagerado; y se posponen algunas acciones, proyectos y programas en espera de tiempos mejores.

Gobernar es administrar, y administrar es planificar, es ejecutar y es evaluar, y no vemos de parte del Ejecutivo, ninguna de estas tres premisas básicas en el complejo arte de la sana administración.

Sr. Presidente, no debe usted enfadarse porque aquí hagamos lo que debemos hacer, esa es nuestra función. El control político y el análisis de los presupuestos es un mandato que hemos recibido, como también es su mandato el control permanente del gobierno central y los entes para-estatales, la fiscalización permanente del quehacer de sus ministros y presidente ejecutivos, y la decisión de lo que es prioritario y de lo que puede esperar.

La democracia callejera no ha sido nunca una buena consejera, y le recuerdo que los aliados de hoy pueden ser sus detractores mañana. Cuando el aumento salarial del sector público para enero del 2015 no pueda alcanzar ni el 2%, yo quiero ver si esos aliados sindicales que hoy le sonríen, continuarán marchando hacia de Cuesta de Mora o se enrumbarán hacia Zapote.